El 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas con el fin de recuperar la soberanía que en 1822 fue arrebatada por fuerzas armadas de Gran Bretaña. Después de ese hecho, una fuerte dotación de militares ingleses fue enviada como respuesta y con el fin de desplazar a los argentinos.
Hubo un conflicto bélico que duró poco más de dos meses y dejó un saldo negativo desde todo punto de vista para los soldados de nuestro país que fueron aislados y mantenidos en precarias condiciones durante la confrontación.
San Juan tuvo cerca de trescientos hombres trabajando en diferentes lugares; algunos en el continente y otros estuvieron en el frente de batalla; de ellos 24 no regresaron.
No fue sencillo para quienes volvieron re insertarse en la sociedad, conseguir un trabajo, tener una vida normal. Con el paso de los años fueron adquiriendo sus derechos y obtuvieron el reconocimiento que merecían y es por ello que en noviembre del año 2000 se declara el Día de los Veteranos y Caídos en Malvinas, en homenaje a todos los caídos y sobrevivientes de la Guerra de Malvinas y sus familiares.
Para algunos de ellos, el deporte fue el arma sanadora que los llevó a grandes experiencias personales y la posibilidad de sociabilizar tuvo una gran importancia en el desarrollo de sus vidas.
Tomaremos un par de casos al azar para reflejar lo importante que puede significar el hacer deporte, formar parte de un grupo, compartir vivencias para alguien que vivió tamaña experiencia.
Es el caso de Juan José Aballay, quien se presenta como ex combatiente del Canal de Beagle, que vivió durante dos meses en un vivac de campaña esperando una confrontación con Chile, lo que –finalmente- no ocurrió. Cuenta que en ese lapso de tiempo se sufrió porque no había mucho para comer. “Nos daban dos galletitas en el desayuno, almuerzo, merienda y cena, Extrañando cada día a mi familia y pensando si la volvería a ver”, cuenta Juan José.
“Llegué a Adultos Mayores de la Secretaría de Deportes, de casualidad; me gusta salir a caminar todos los días; también soy árbitro de fútbol. Un día, pasando por el parque de Rawson vi a un grupo de gente jugando al tejo. Me gustó, empecé a practicar hasta que llegué a ser campeón invicto en pareja, con seis meses de práctica. El tejo me cambió la vida”.
Otro caso es el de Juan de Dios, quien se presenta como profesor de educación física, maestro de artes marciales e instructor de montaña. Fue integrante de las fuerzas de Gendarmería, estuvo en la Guerra de Malvinas y luchó contra la subversión en la selva tucumana.
Con mucho orgullo habla de su rol como instructor sobre orientación de montaña, ya que estuvo casi 30 años en el Escuadrón 36 de San Carlos de Bariloche y dice sentirse muy cómodo pudiendo hacer su aporte para un grupo de gente que encara cada actividad con mucho entusiasmo, llevando adelante sus actividades y dejando en el olvido momentos ingratos vividos cuando regresó del frente de batalla y las puertas se cerraban.
El pasado difícil y el presente lleno de optimismo para dos hombres que defendieron a la patria y hoy sienten que el deporte es su salida a la vida.
Por: Charly Galdeano